A medida que avanzamos en la segunda mitad del año, en un entorno empresarial caracterizado por constantes perturbaciones, las organizaciones se enfrentan a una regulación normativa prudencial, cada vez más abundante y compleja, que cambia a diario. Además, la presión fiscalizadora de los organismos gubernamentales, ya está teniendo un impacto significativo en el posicionamiento de mercado y en la agenda de responsabilidades.
Los líderes de cumplimiento y riesgo se enfrentan a una serie de desafíos, muchos de los cuales no se habían visto en décadas o incluso nunca antes. Entre los desafíos se encuentran los rápidos cambios tecnológicos, el avance de la robotización y la inteligencia artificial.
Por lo tanto, contar con una gestión de riesgos robusta y superior se ha convertido en una ventaja competitiva para las organizaciones líderes, ya sean públicas, privadas o mixtas, incluidas las instituciones bancarias y financieras, así como, en menor medida, en todas las industrias.
Enfrentamos importantes y crecientes riesgos, entre los cuales destacan la debilidad en las finanzas, amenazas inmediatas como interrupciones en la cadena de suministro, que podrían detener las líneas de producción, la seguridad, el poder político y el cibercrimen, que se ha convertido en uno de los principales peligros.
Además, hay riesgo de paralizaciones en las operaciones y turbulencia geopolítica, con sus consecuencias inciertos, así como riesgos legales y normativos. Cualquiera de estos factores podrían perjudicar gravemente los resultados de una corporación, institución o empresa, e incluso poner en peligro su continuidad y supervivencia.
En un entorno de riesgos ya establecido, la situación se agrava debido a un panorama incierto, volátil y a un complejo escenario global marcado por conflictos internacionales y el cambio climático.
Estos factores de riesgo incrementan la importancia del cumplimiento normativo y el compromiso con una disciplina estricta, así como el correcto funcionamiento del compliance y la debida diligencia. En el contexto de una visión de gobierno corporativo que se orienta hacia una buena gobernanza, la responsabilidad es integral.
Esto obliga a los integrantes de la organización a adoptar una conducta responsable, eficiente, honesta y ética en sus actividades, asegurando, eficiente, honesta y ética en sus actividades, asegurando que prioricen sus acciones y decisiones en estas dimensiones, siguiendo buenas prácticas.
En la actualidad, gracias al empoderamiento del control interno y a la implementación de sistemas de prevención, contar con una gestión dinámica de riesgos que identifique, controle y monitoree las actividades y operaciones es esencial. Esta cualidad dinámica implica desarrollar procesos de identificación de riesgos cada vez más complejos y sofisticados.
En la evaluación de riesgos, debe incluirse tanto las inversiones en proyectos como las relaciones contractuales con terceros.
Es fundamental contar con la defensa competente que proporciona un sistema de compliance diseñado a las necesidades de la organización, con componentes claros, robustos y en constante mejora, para proteger su patrimonio con agilidad orientada al riesgo, apoyada en nuevas tecnologías, herramientas y datos.
Además, el cumplimiento normativo debe ser un compromiso convertido en disciplina en la gestión, lo que representa una ventaja invalorable si se cuenta con un equipo idóneo, proactivo, responsable, comprometido con la ética y de una conducta de integridad incuestionable.
La nueva tendencia de competitividad en las organizaciones líderes responsables, es que las organizaciones ágiles, guiadas por el riesgo y el cumplimiento, pueden prosperar en un turbulento entorno si se mantienen alertas, eficientes, resilientes y solícita al contar con una administración estratégica que las guía con responsabilidad, sin tolerar actos ilícitos.
Es fundamental que cuenten con una dirección clara ante los diversos factores del entorno inmediato y del mediano plazo, que les permita desarrollar capacidades de respuesta, previsión y adaptación, con sistemas de alerta temprana y controles en tiempo real.
En este estado, las organizaciones grandes y complejas se protegen contra los riesgos inmediatos, absorben los choques, mitigan los impactos y luego se adaptan a las nuevas realidades.
El riesgo, para una organización con un robusto gobierno corporativo, debe convertirse ahora en una función constante que aborde de una manera responsable y estratégica, estimulando la seguridad de la continuidad de la organización, su crecimiento, valoración, mejor reputación y ventaja competitiva. Esto debe contribuir a la gestión, planificación, políticas, acciones y ser un componente importante en decisiones asertivas.
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